Eliminación de residuos de ganadería y de las carcasas animales: salud, seguridad y cuestión medioambiental – ¿por qué la incineración?
Estudios recientes de la FAO han demostrado que la agricultura y la ganadería siguen siendo aún hoy el núcleo de la economía de muchos países en desarrollo. Las estadísticas actualizadas también indican que el consumo de carne per cápita es más que duplicado en las últimas décadas, lo que a su vez ha provocado una creciente necesidad de recursos y una elevada capacidad de gestión de residuos. De ahí la importancia de aclarar y afrontar el problema de la eliminación de los cadáveres de animales muertos en la ganadería y de los residuos de los mataderos, y de sacar a la luz las consecuencias que tendría una mala gestión de estos residuos.
El soterramiento de los mismos tiene consecuencias hidrogeológicas, causando daños medioambientales con la contaminación de las aguas subterráneas y de los pozos de agua para uso humano, y a la salud pública por la transmisión de enfermedades; un abandono a cielo abierto provocaría una contaminación del aire que resultaría contaminada por el proceso de putrefacción de los cadáveres abandonados.
Al examinar los residuos zootécnicos y las deyecciones de los animales vemos que, a causa de la elevada presencia de nitratos y de otros contaminantes para las aguas subterráneas, se consideran residuos especiales y, por tanto, no se pueden derramar directamente en el suelo.
Durante el proceso de descomposición, causado por la separación de los tejidos de los productos químicos internos del cuerpo y enzimas y por la putrefacción, efectuada por las bacterias, se liberan grandes cantidades de gas que en su composición química presentan porcentajes de metano, magnesio y potasio cuya mezcla en contacto con el aire también podría provocar fatuas combustiones o «fuegos fatuos».
Ya al comienzo de esta fase, llamada fase enfisematosa, que generalmente comienza 3-6 días después de la muerte, se desarrollan larvas de moscas, insectos y polillas del hueso (en caso de que los cadáveres se entierren a una profundidad insuficiente, los insectos adultos y los pequeños roedores podrían contribuir al proceso de esqueletonización, así como a la propagación de posibles enfermedades y virus).
Luego los gérmenes anaeróbicos comienzan a propagarse, cesa la producción de gas, órganos como el hígado y los riñones fluidifican transformándose en una masa lisa, fluyente y maloliente que filtra en las cavidades internas. En esta fase, denominada generalmente fase colicuativa, se extiende el lixiviado cadavérico que puede albergar agentes patógenos, cuya duración oscila entre algunas semanas y varios meses, lo que hace peligrosa la eliminación.
Todo el proceso que termina con la esqueletización y mineralización de la carcasa tiene una duración aproximada de 1 – 5 años, este dato depende del tamaño de la carcasa, de las condiciones atmosféricas y otras variables. El tiempo y los datos mencionados ponen de manifiesto la necesidad de buscar soluciones más rápidas, eficaces y sostenibles desde el punto de vista medioambiental para la eliminación de las carcasas.
La incineración, de hecho, resuelve la cuestión en tiempos mucho más cortos, de forma segura y eficaz, respetuosa del medio ambiente y de la salud pública. El proceso de incineración de una carcasa se completa aproximadamente en 50/60 minutos.
Además, la carcasa abandonada puede convertirse en alimento para perros errantes y otras especies nocivas potenciales vehículos zoonóticos, ya que no existen garantías sobre la salubridad de los animales muertos que quedan en el campo, que se convierten así en un reservorio de virus y enfermedades infecciosas que se propagan difundiendo el contagio.
A propósito de esto, y en estos tiempos de pandemia causada por el virus COVID-19, es importante destacar el caso de Dinamarca, que se vio obligada a alertar de una cepa mutada del virus que apareció en las granjas de visón y que infectó a más de 200 personas. Muchos criadores de visones se han visto obligados a sacrificar miles de animales, de los cuales se cuentan unos 17 millones, eliminándolos de forma segura a través de la incineración.
El Reglamento de la Unión Europea identifica, en efecto, como peligrosos los restos de los animales muertos en el interior de las ganaderías por las enfermedades infecciosas transmisibles, y impone tener a la mano, bajo pena de sanciones ingentes, una solución rápida, económica y ecosostenible para la eliminación regular de los residuos procedentes de las actividaddes ganaderas y de los cadáveres de animales afectados por enfermedades (fiebre porcina, gripe aviaria, encefalopatía espongiforme bovina, salmonela, etc.).
En los Países Bajos se han tenido que sacrificar recientemente unas 215.000 de aves portadoras de gripe aviaria, así como en Italia, en las provincias de Ferrara y Bologna, más de un millón de gallinas y pavos han sido sacrificados para detener el contagio. Del mismo modo, en Alemania se han denunciado recientemente varios nuevos casos de peste porcina africana (PPA) que, en la última década, ha afectado a países como Georgia, Armenia, Italia y China, denunciando la infección de unos 150 millones de cerdos sólo en China.
A la luz de las consideraciones anteriores, el proceso de incineración se considera la solución más adecuada y válida por las siguientes razones:
- gestión correcta y rápida de los residuos y su destrucción hasta el 99%;
- eliminación de los malos olores procedentes del almacenamiento o del enterramiento;
- eliminación del riesgo infeccioso derivado de la manipulación y del transporte de las carcasas;
- inertización del residuo mediante tratamiento a 1000 °C del mismo;
- reducción del peligro químico y biológico asociado a los residuos;
- ausencia de humo negro y olores molestos;
- cero impacto ambiental gracias a los modernos sistemas de depuración presentes en cada instalación;
- cumplimiento de las normas europeas y mundiales más estrictas en términos de emisiones;
- posibilidad de recuperación de calor.
La For.Tec. desde hace más de 40 años proyecta y construye instalaciones de incineración tecnológicamente avanzadas y respetuosas con las normas medioambientales cada vez más restrictivas. Nuestra línea de producción es la solución perfecta al problema de la eliminación de residuos orgánicos y carcasas animales; en concreto, FORTEC produce:
- incineradores de residuos orgánicos genéricos
- incineradores de residuos de piscicultura
- incineradores de residuos de ganados vacuno,
porcino, avícola y ovino
- instalaciones de incineración de residuos de matadero
- Incineradores para animales enteros en general
- Incineradores móviles para pandemias y catástrofes
Los EXCE AN son incineradores fiables, resistentes, de fácil utilización e instalación, realizados al 100% en Italia, con una capacidad de incineración que varía entre 30 y 500 kg/h.
Una de sus características principales es el sistema de carga superior, que permite insertar el material a tratar de manera fácil incluso en presencia de carcasas muy grandes. La gama de incineradores EXCE AN se puede construir también en la versión «móvil», sobre skid o en contenedores, para ofrecer una respuesta rápida y eficaz a todas las situaciones de emergencia y epidemias, alcanzando con facilidad también áreas remotas.